Aun era temprano cuando escuché la noticia, no podía creerlo, pero sobre todo no quería. Pedí desde mis adentros que todo fuera una broma, todos teníamos esa esperanza. Lamentablemente no fue así. Era real, es real, es demasiado real. Corrimos a tu casa aún con esperanzas de que no fuese en serio. Las caras de tristeza lo confirmaron. El cielo nos acompañó en el llanto.
Llovía, claro que tenía que llover, como llora el cielo cuando muere un gran hombre, una gran persona, un gran amigo, un gran ingeniero. A un semestre de graduarnos te nos fuiste Elio. Te nos adelantaste porque para allá vamos todos, pero no tan pronto, no tu.
La incredulidad nos arropa, el llanto nos moja la piel, la pena nos aprieta la garganta… nuestros ojos no te volverán a ver. ¿Por qué? Una pregunta tan simple que núnca tendrá respuesta.
Te observo, siento que en cualquier momento te vas a levantar, pero no lo haces. ¿Qué esperas viejo?, levántate, por favor despierta, te nos vas a destiempo.
¿Cómo serán las clases sin tus brincos? ¿Cómo será el pasillo sin tus chistes? ¿Cómo vamos a bailar Pepe sin ti? ¿Quién va a sacar a Barrabas de sus casillas? ¿Quién va a becar al Chepi? ¿Quién va a discutir con Suriel? ¿Quién le va a llevar la contraria a Feliorkin? ¿Quién me acompañará en mis reflexiones locas? ¿Quién nos va a demostrar que las cosas no son tan difíciles como pensamos? ¿Quién nos va a consolar ahora que no estás?
Te vamos a recordar, claro que te vamos a recordar, sin intentarlo, porque olvidarte es imposible.
Nos enseñaste tantas cosas. Lo hiciste, quizás, hasta sin notarlo. Nos enseñaste sobre todo a ser verdaderos compañeros, a apoyarnos, a ver las cosas que realmente eran importantes. Y hoy, en tu despedida, en aquel último adiós, nos diste la última lección: no estaremos aquí siempre.
Que duro es verte partir y entender que al final no podemos hacer nada. No tenemos poder alguno en donde estás. Por eso tenemos que disfrutar el día a día, es lo único que podemos controlar. Lo único que poseemos es nuestro aliento… y también lo perdemos.
Tenías el cuerpo de un hombre, la voluntad de un guerrero, pero eras solo un niño. Nunca olvidaremos la inocencia en tu sonrisa, ni tu carcajada contagiosa. Tus padres perdieron un hijo... el resto de nosotros perdimos un hermano. Nunca te vamos a olvidar.